Es una cháchara harto repetida que en el Perú se está aplicando el capitalismo a ultranza. A simple vista, no parece que ese tipo de capitalismo o cualquier otro tengan que ver con la CPM. Simplemente se trata de mejorar la calidad de los profesores y de premiar sus esfuerzos a través de la meritocracia. En esto no parece haber ideología.
Pero sí la hay.
Los promotores de la CPM (“Carrera Por Migajas” como dice un pasquín) esperan que los educadores se presenten al concurso de sobrevivencia sin ningún conflicto moral por el hecho de que si se presentan al concurso, estarán condenando a vivir con salarios de hambre a la gran mayoría (y con 95% de posibilidades, a si mismos). Para ellos, no debe existir conflicto moral porque la fuente de la moral, de los principios éticos y de los criterios morales es él mismo. Es decir, el profe que se presenta a la CPM es la fuente de su propia moral; o sea, Si los demás (y quizás el mismo) ganan bajísimos salarios, no es su problema.
Por otra parte, para los gobernantes el magisterio no es un cuerpo social, sino conjunto variado de profesores, cada uno de ellos con sus deseos y preferencias y, por tanto, cada profesor individual es el único defensor de sus intereses. Cada profesor, es libre de resolver sus problemas laborales o económicos como mejor le parezca. Así, los promotores confían que las actuaciones diversas e individuales (o individualistas) de los profes legitimarán la aplicación de la CPM. El gobierno ni el SUTEP no representan al magisterio peruano como cuerpo social, sino a cada profesor en particular y, por tanto, su deber es proteger el derecho individual de cada profesor de presentarse a la Carrera Por Migajas (CPM).
De esta suerte, el comportamiento del magisterio peruano frente a la aplicación de la CPM no será entendido como fenómeno social e histórico sino como acciones individuales de algunos educadores, según el rol, las creencias y la ideología que se le ha inculcado a través de la educación, los medios de comunicación, las normas vigentes, las tradiciones políticas y los discursos ideológico-pedagógicos.
Para los gobernantes, cualquier proposición que se haga sobre el magisterio peruano debe hacerse en términos de profesores individuales por cuanto cualquier explicación referida al magisterio en general carece de sentido.
Entonces, lo que existen son profesores individuales, cada uno con sus problemas, sus necesidades, sus estrategias para sobrevivir distintas e imposibles de generalizar y por tanto, de atender uniformemente. Se pueden seleccionar algunas características comunes a subgrupos de profesores, necesarias para las estadísticas o para los cálculos económicos o políticos, pero estos grupos no existen, solo son constructos explicativos.
Así, la construcción democrática de un acuerdo nacional del magisterio para no participar en la CPM no es legítima por cuanto viola la libertad individual. Una huelga no es un fenómeno o reclamo social del magisterio peruano en su conjunto sino las demandas de un subgrupo minoritario de maestros. Los gobernantes piensan que existen muchos docentes que no están de acuerdo con la huelga, que están satisfechos con sus salarios, que creen que no hay dinero para aumentos generales.
En resumen, amigo lector, la CPM es consecuencia, y al mismo tiempo, promotora del individualismo. El gobierno espera que cada profesor sea juez de su propia moral, se considere libre de tomar la decisión de presentarse al concurso sin preocuparse de sus colegas, actuando según las consignas individualistas que la ideología dominante le ha inculcado. En fin, esperan que el profesor anhele ser la hiena más rápida en llegar a comer los pocos residuos que dejen los carroñeros mayores, dejando al resto de la jauría en ayuno permanente.