Buenos días, señores de Flape:
Resultan de especial interés las notas que periódicamente remite Flape. Sin embargo, lamentamos que consideren en "Foro novedades" la aprobación de la Ley de Carrera Pública Magisterial como "logro histórico".
Talvés lo sea para las personas que manejan el país y que tienen al Estado como principal fuente de enriquecimiento o como un aparato útil solo para asegurar más ganancias y poder, en medio de una corrupción generalizada y crónica desde la misma formación de la república. Este grupo de personas, ya no distinguen lo correcto de lo incorrecto; su criterio moral es más abierto: depende de la cantidad de millones de dolares que puedan pasar a sus cuentas.
En este marco, para las personas que todavía distinguimos lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, la aprobación de la CPM es un paso más en la reducción de la inversión en educación, entre otros fines escondidos.
Y este cálculo sí lo puede realizar cualquier estudiante de primaria: múltiplíquese el número de plazas por el salario de cada profesor nombrado según la antigua ley. Aparte, calcúlese la cantidad de plazas docentes que se reducirá como consecuencia del incremento de la jornada laboral de acuerdo a la "histórica CPM". Ahora, distribúyase las plazas restantes entre los niveles de la CPM. Finalmente multiplíquese, en cada nivel, el salario propuesto por el número de plazas; súmese. Compárese con la primera cantidad. El resultado: Reducción de la inversión en educación. Se ve "clarísimamente" la verdadera intención de la CPM. La reducción presupuestaria es más grave aun si se toma en cuenta el crecimiento permanente de la población en edad escolar.
Por otra parte; la CPM ofrece salarios desde unos trecientos a seiscientos dolares mensuales. ¡En qué planeta estos salarios son atractivos! Lo cierto es que los profesores que trabajan para el Estado, lo hacen en su gran mayoría porque no tienen otra alternativa. Y no podría ser de otra manera en un país en que que las personas que controlan el Estado no tienen una visión de país y por tanto, lo único que procuran es incrementar sus cuentas bancarias sin importales la extrema pobreza de la mayoría de peruanos.
Así queda claro que la CPM no logrará mejorar la educación ni elevar la calidad de los desempeños docentes por una simple razón: esos no son sus objetivos reales. Mejorar la educación pasa por construir una verdadera carrera del profesorado con el compromiso real de los gobernantes de incrementar la inversión en educación y especialmente en salarios docentes.
El proceso de construcción de una verdadera Carrera Magisterial implica la participación activa de los mismos profesores y no de autonombrados representantes de la sociedad. Implica también la aceptación por parte de los gobernantes que para mejorar la educación y el país deben permitir a los mejores profesores el acceso a altos cargos en la gestión del Estado y del Ministerio de Educación a través de una verdadera Carrera Magisterial.
Todas las normas vigentes y la propia "histórica" Ley de la CPM reservan los cargos importantes para el clientelaje político o para los hijos de los criollos. A ellos, habría que decirles que es posible que sus intereses no sean contradictorios con los de la mayoría de la población. En todo caso, ¿le tenemos miedo a la competencia?
Lo dicho hasta aquí constituye solo una pequeñísima parte de las críticas y alternativas factibles que no son posibles de exponer en este momento y circunstancia. Sin embargo, sirva para que ustedes, señores de FLAPE, comprendan que no se trata de promover las discusiones sobre los mecanismos de implementación de la CPM sino de reconocer el verdadero debate: la construcción de una verdadera Carrera Magisterial en el marco de la construcción de una sociedad más justa.
Resultan de especial interés las notas que periódicamente remite Flape. Sin embargo, lamentamos que consideren en "Foro novedades" la aprobación de la Ley de Carrera Pública Magisterial como "logro histórico".
Talvés lo sea para las personas que manejan el país y que tienen al Estado como principal fuente de enriquecimiento o como un aparato útil solo para asegurar más ganancias y poder, en medio de una corrupción generalizada y crónica desde la misma formación de la república. Este grupo de personas, ya no distinguen lo correcto de lo incorrecto; su criterio moral es más abierto: depende de la cantidad de millones de dolares que puedan pasar a sus cuentas.
En este marco, para las personas que todavía distinguimos lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, la aprobación de la CPM es un paso más en la reducción de la inversión en educación, entre otros fines escondidos.
Y este cálculo sí lo puede realizar cualquier estudiante de primaria: múltiplíquese el número de plazas por el salario de cada profesor nombrado según la antigua ley. Aparte, calcúlese la cantidad de plazas docentes que se reducirá como consecuencia del incremento de la jornada laboral de acuerdo a la "histórica CPM". Ahora, distribúyase las plazas restantes entre los niveles de la CPM. Finalmente multiplíquese, en cada nivel, el salario propuesto por el número de plazas; súmese. Compárese con la primera cantidad. El resultado: Reducción de la inversión en educación. Se ve "clarísimamente" la verdadera intención de la CPM. La reducción presupuestaria es más grave aun si se toma en cuenta el crecimiento permanente de la población en edad escolar.
Por otra parte; la CPM ofrece salarios desde unos trecientos a seiscientos dolares mensuales. ¡En qué planeta estos salarios son atractivos! Lo cierto es que los profesores que trabajan para el Estado, lo hacen en su gran mayoría porque no tienen otra alternativa. Y no podría ser de otra manera en un país en que que las personas que controlan el Estado no tienen una visión de país y por tanto, lo único que procuran es incrementar sus cuentas bancarias sin importales la extrema pobreza de la mayoría de peruanos.
Así queda claro que la CPM no logrará mejorar la educación ni elevar la calidad de los desempeños docentes por una simple razón: esos no son sus objetivos reales. Mejorar la educación pasa por construir una verdadera carrera del profesorado con el compromiso real de los gobernantes de incrementar la inversión en educación y especialmente en salarios docentes.
El proceso de construcción de una verdadera Carrera Magisterial implica la participación activa de los mismos profesores y no de autonombrados representantes de la sociedad. Implica también la aceptación por parte de los gobernantes que para mejorar la educación y el país deben permitir a los mejores profesores el acceso a altos cargos en la gestión del Estado y del Ministerio de Educación a través de una verdadera Carrera Magisterial.
Todas las normas vigentes y la propia "histórica" Ley de la CPM reservan los cargos importantes para el clientelaje político o para los hijos de los criollos. A ellos, habría que decirles que es posible que sus intereses no sean contradictorios con los de la mayoría de la población. En todo caso, ¿le tenemos miedo a la competencia?
Lo dicho hasta aquí constituye solo una pequeñísima parte de las críticas y alternativas factibles que no son posibles de exponer en este momento y circunstancia. Sin embargo, sirva para que ustedes, señores de FLAPE, comprendan que no se trata de promover las discusiones sobre los mecanismos de implementación de la CPM sino de reconocer el verdadero debate: la construcción de una verdadera Carrera Magisterial en el marco de la construcción de una sociedad más justa.